Escrito por Enric Fiestas, Director General de Brafim.

Sí, has leído bien: Viva el impuesto al plástico. A pesar de ser engorroso, difícil de aplicar y de un amplio margen de mejora por parte de la administración en la aplicación del mismo; en el fondo, el objetivo que persigue el impuesto del plástico es adecuado. 

La reacción de muchas empresas a la obligación del uso de materiales reciclados vía el impuesto al plástico me recuerda a la de los comerciantes de una ciudad cuando se convirtió la carretera nacional que la cruzaba en una vía peatonal, “será la ruina”, un desastre”; sin embargo hoy es uno de los ejes comerciales más importantes de la provincia de Barcelona.

El plástico: un material con mala fama

La bajada de ventas que sufren los plásticos no es por culpa de dicho impuesto; sino que viene de la mala reputación del plástico y de que no hemos sabido explicar bien los beneficios que en muchos casos tiene su uso respecto a otras soluciones. En gran parte, su mala fama viene de su baja tasa de reciclado, es decir, del porcentaje de material usado que vuelve al ciclo de producto. Todo el plástico es reciclable pero no siempre es rentable reciclarlo. De esto hablamos en más profundidad en el artículo los plásticos no tienen patas.

El impuesto al plástico impulsa el cambio a materiales más sostenibles

Más allá del trastorno, la adecuación y el cambio, hay una obligación implícita del uso de material reciclado en nuestros productos. A los industriales el uso de material reciclado nos complica la fabricación, la productividad, la calidad, etc. El impuesto nos empuja al cambio, nos facilita la aceptación por parte del cliente al uso de materiales menos refinados. Además, si fabricamos embalajes con material reciclado… ¡No hay impuesto!

La mayoría de nuestros clientes han pasado de una espuma blanca virgen a unos embalajes de espuma gris/negra fabricada a partir de material reciclado, ahorrándose el impuesto y ofreciendo esta mejora ecológica a sus clientes. Sin el impuesto, el cambio nos hubiera costado mucho más. Ahora están satisfechos de contribuir al reciclado del plástico y ser más sostenibles. 

Calcular la huella de carbono: la mejor herramienta para elegir el material de tu embalaje

El cálculo de la huella carbono ayuda en la toma de decisión sobre qué material usar, ya que no es fácil saber qué es más ecológico o cuál es la solución más sostenible. 

No se pueden descartar los plásticos solo por ser plástico. De hecho, en muchos ejemplos que hemos estudiado con la calculadora de huella de carbono que ITENE desarrolló para nuestro departamento de sostenibilidad, se demuestra que un embalaje de espuma plástica, en cuanto a huella carbono se refiere, es la mejor opción. Es mejor hoy, con una tasa de reciclabilidad del plástico en Europa en torno al 40% de lo que se fabrica. Sin embargo, la tasa del cartón es superior al 90%, gracias en parte a una cultura y una estructura rentable de reciclar papel que viene de los traperos con más de 100 años de vida. 

La nueva legislación nos obligará a los productores de bienes a pagar por el reciclado de los productos de envase y embalaje que ponemos al mercado, mediante sociedades SCRAP, que contribuirán a subir la tasa de plástico que se recicla. Las sociedades SCRAP son parecidas a la labor que ECOEMBES ha realizado con mucho éxito para el reciclado del post consumo doméstico. 

Creo que gracias al impuesto del plástico la tasa de reciclabilidad mencionada anteriormente subirá y como consecuencia, el valor obtenido en el cálculo de la huella de carbono bajará, lo que hará subir la demanda de materiales reciclados. Esta medida ayuda a que reciclar plástico sea rentable, y en un futuro se pueda suprimir el impuesto. Si la tasa de reciclado del plástico se sitúa en valores parecidos al cartón, las espumas plásticas como elemento de protección son imbatibles en sostenibilidad. Así que sí: Viva el impuesto al plástico.