Las empresas asumen diariamente incidencias y reclamaciones en las entregas de sus productos y su correcta gestión es de vital importancia. Las habilidades con las que una empresa enfrenta una incidencia, desencadena en una relación de confianza por parte del cliente o, por el contrario, en una mala reputación de la empresa.

Por ello, las empresas invierten mucho tiempo y recursos en registrar, seguir, gestionar y priorizar todas las reclamaciones. Pero, ¿se han planteado qué supone tener incidencias recurrentes?

· Dificultades en el incremento de pedidos.

· Elevada inversión económica y de tiempo para la gestión y solución de las incidencias.

· Incremento de costes de logística.

· Estrés laboral y riesgo de precipitación en la toma de decisiones.

· Merma de productos.

· Experiencia negativa del cliente con el servicio ofrecido.

· Mala reputación.

Analizando los costes que se necesitan para gestionar una incidencia con éxito, nos damos cuenta que es mucho más rentable desarrollar un sistema de embalaje, almacenaje y transporte que permita reducir la tasa de incidencias, que seguir haciendo frente a todas y cada una de las incidencias recurrentes.

Por consecuencia, disminuir el porcentaje de incidencias diarias permite invertir tiempo y dinero en ejecutar operaciones que permitan aumentar la productividad de sus productos y servicios.

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